A un clic de distancia

Todo lo que usted desearía haber sabido antes de comprarles a sus hijos su primera pantalla

    Los niños que no tienen dispositivos se sienten fuera de lugar, y los demás se burlan de ellos. «¿Cómo es que no tienes un teléfono celular? ¿Estás bromeando? ¿Eres amish o algo así? ¡Oigan todos, miren esto! ¡La mamá de Braden no le permite tener un celular!» Así que, por la razón que sea, la mayoría les dimos a nuestros hijos un dispositivo con un potencial mucho mayor al que nunca hubiéramos imaginado.
    Así sucedió con la mamá de una niña a la que llamaré Christine. Ella se acercó a mí en uno de mis talleres para padres, luego de que todos los demás ya se habían ido. La había visto de pie a lo lejos,
    notablemente ansiosa.

    «¿Puedo hacerle una pregunta?», inquirió.
    «Por supuesto».
    «Se trata de mi hija Christine».
    «¿Cuántos años tiene?», le pregunté.
    «Trece. Y en este momento no tiene permiso para usar su celular. Se lo he quitado.»
    «¿Cuándo obtuvo su primer teléfono?»
    «Hace un año. Pero le dije que no podía usar redes sociales ni nada de eso».
    «¿Le funcionó?»
    «No, no me funcionó», respondió con sinceridad. «Descargó una aplicación de redes sociales que yo ni siquiera conocía».
    «¿Tenía controles parentales configurados en su teléfono?»
    Bajó la cabeza. «No. No sabía cómo hacer eso».
    «Lo entiendo perfectamente», respondí, en un intento por consolarla.
    «Es difícil mantenerse al día en estos tiempos. ¿Qué sucedió después?»
    «Conoció a un chico que le decía todo lo que quería escuchar, y hablaba con él hasta altas horas de la noche».
    «¿Qué edad decía tener el chico?» (Palabra clave: decía).
    «Diecisiete», respondió. «Dijo que iba a la escuela secundaria local. Ella estudia en casa».
    Acabé su historia por ella: «Pero usted descubrió que, en realidad, no era un adolescente ¿verdad?»
    «Sí». Me miró con la expresión de: «¿Cómo lo sabía?», que suelo ver en mis talleres para padres.
    «Así que, ¿le pidió una foto de ella desnuda?» Nuevamente noté la misma mirada.

    «Se lo pregunto porque esto sucede todo el tiempo», le expliqué.

    «No está sola. He escuchado historias como la suya de
    mamás de todo el país.»

    «Sí», respondió, contestando a mi pregunta acerca de la foto. «Lo hizo».
    «¿Y ella le envió la foto?»

    La mamá miró hacia abajo. «Sí. De… (se esforzó por acabar la frase) del busto».
    «Y todo cambió una vez que envió la foto, ¿verdad?»
    «Sí. El chico le empezó a insistir que se encontraran, o de lo contrario les mostraría la foto a todos.»
    «Entonces, ¿se encontraron?»
    «Ella quedó a una hora, pero luego se lo contó a su amiga, quien se lo comentó a su mamá, que a su vez me lo contó a mí. Llamamos a la policía. Todavía están tratando de encontrarlo.» Limpió una lágrima
    que rodaba por su mejilla. «No te dicen estas cosas cuando le compras un teléfono celular a tu hijo».

    «No, ciertamente no lo hacen».

    Es cierto. Nadie te avisa estas cosas cuando estás comprando las primeras pantallas para tus hijos en Navidad. Tampoco se les exige a los niños que aprendan nada acerca de cómo ser sabios en el uso de las
    pantallas antes de obtener un dispositivo. La mayoría de los padres se limita a entregarles las llaves. Lamentablemente, los ejemplos que acabo de compartir no son los únicos. Estoy siendo totalmente sincero cuando digo que escucho historias como estas en cada ciudad en la que hablo, y no solo de parte de los padres. De hecho, cada vez que hablo de esto en asambleas escolares, los niños se acercan a mí después y me hacen preguntas sobre algo que acaba de suceder en su escuela… en su dispositivo… que mamá y papá no sabían… y que les está causando muchísima ansiedad, depresión y lágrimas sin precedentes.
    ¡Esa es la cuestión! No que las pantallas sean malas, pero innegablemente han expuesto a los niños a mayores riesgos en cuanto a su seguridad física y su salud mental. Y aunque muchos de nosotros nos enfrentamos a riesgos similares cuando éramos jóvenes, nuestros dispositivos modernos solo han amplificado los peligros por dos sencillas razones:

    • Han aumentado la accesibilidad a contenido perjudicial y a personas peligrosas.
    • Han disminuido la responsabilidad.
    Padres, hijos y las pantallas.

    Padres, hijos y las pantallas es una guía para padres que proporciona respuestas a preguntas esenciales y temas clave para ayudarles a establecer límites en el uso de los dispositivos para sus hijos.

    No es demasiado tarde

    Los padres pueden hacer algo para proteger a sus hijos. Y no, la respuesta no es prohibirles el uso de las pantallas hasta que sean adultos y se muden de casa. Todo lo contrario. Pero, al mismo tiempo, no es necesario «entregarle las llaves» a tu hijo de diez años.
    Consideremos por un momento a Christine, la historia real que mencioné con anterioridad acerca de la niña de trece años a quien su madre terminó quitándole el celular. Si la mamá de Christine pudiera volver atrás, sé que repensaría sus decisiones y probablemente manejaría los siguientes problemas de un modo diferente:

    1. La mamá de Christine decidió darle un teléfono a los doce años, mientras que la mayoría de los expertos aconsejan a los padres que esperen hasta que sus hijos sean mayores y un poco más maduros. La mamá de Christine no sabía eso. De hecho, su hija fue una de las últimas niñas del grupo de jóvenes de su iglesia en tener un celular. La presión era grande. Así que su mamá acabó cediendo y le compró uno. Le entregó las llaves a su hija de doce años.
    2. La mamá de Christine le advirtió: «Nada de redes sociales ni nada de esas cosas malas», pero nunca le hizo cumplir la regla. De modo que no pasó mucho tiempo antes de que Christine mintiera y se uniera a las redes sociales. Muchos padres permiten que los niños pequeños usen redes sociales, como Snapchat, Instagram, TikTok y Twitter, pero desconocen que los niños menores de trece años ni siquiera pueden descargar esas aplicaciones sin mentir acerca de su edad. Los niños menores de trece años no deberían estar en redes sociales. Punto. Al menos la mamá de Christine le dijo que no se metiera en las redes sociales, pero…
    3. No configuró ningún control parental. Christine era libre de hacer lo que quisiera con su dispositivo. Imagine si hubiese sido un automóvil. Sería libre de conducir tan rápido como quisiera, sin cinturón de seguridad, con la radio a todo volumen, con amigos asomándose por el techo corredizo, sin
      policías patrullando las carreteras.
    4. No estableció límites. La mamá de Christine mencionó que su hija hablaba con este chico «hasta altas horas de la noche». Eso son muchas horas. Vivimos en un mundo en el que los adolescentes promedian nueve horas y cuarenta y nueve minutos al día consumiendo medios de entretenimiento, incluidas siete horas y veintidós minutos promedio en las pantallas.6 Pero casi todos los expertos recomiendan que los padres limiten el tiempo frente a la pantalla en cierta medida, en especial en las redes sociales. Sí, ha habido mucho debate sobre este tema, con reacciones exageradas en ambos lados, pero descubrirás que casi todos los expertos están de acuerdo en algunas pautas innegociables acerca del tiempo frente a la pantalla, incluido el punto de que definitivamente no se debería permitir un acceso ilimitado a las redes sociales durante toda la noche.
    5. Permitió que Christine tuviera el celular en su habitación por la noche. La muchacha no solo estaba usando su teléfono por muchas horas; también estaba «desperdiciando las horas» cuando se suponía que debía estar durmiendo. Eso significa que era una del 79 por ciento de los adolescentes que guardan sus teléfonos en sus habitaciones cada noche,7 a pesar de que todos los profesionales de la salud mental opinan que eso es una pésima idea.
    6. La mamá de Christine nunca le informó a su hija acerca de los comportamientos de los depredadores. Por lo tanto, la chica no sospechó cuando un desconocido le envió un mensaje directo (DM), haciendo todas las preguntas correctas mientras evitaba FaceTime u otras plataformas donde ella pudiera verlo en tiempo real. Ni siquiera se alarmó cuando le pidió que le enviara una
      «foto desnuda» y finalmente se encontraran en persona. Este tipo estaba siguiendo el manual del depredador al pie de la letra, pero Christine no sabía cómo reconocer los comportamientos
      predatorios.
    7. Christine no tenía idea de que algo de esto podría suceder, porque su mamá nunca le habló de ello. Incluso si su mamá hubiera establecido todos los límites y controles parentales disponibles (recuerde que Christine era una niña que se crió de manera muy protegida en su casa), la decisión sobre cómo usar las redes sociales era, en última instancia, de ella.

    Las reglas no educarán a sus hijos. Realmente debe enseñarles a tener discernimiento para que puedan tomar decisiones por ellos mismos. No tiene que ser un experto en cada nueva aplicación que se lance
    ni en cada artista musical que sus hijos encuentren. Solo debe entender algunos principios generales de seguridad que se aplican a todos los dispositivos, aplicaciones y entretenimientos, y luego ejercer
    discernimiento.