Los chicos están obsesionados con el sexo

La disciplina de la pureza

¡Los chicos están obsesionados con el sexo!

Vivimos en un mundo obsesionado con el sexo. Es crudo, es detallado y lo llevamos en la cara. Desde navegar por la web y pasar por los centenares de canales televisivos, hasta las chicas que pasan por delante de nosotros en minifalda y tops escotados, el sexo y su tentación nos rodean siempre. Los cristianos no son inmunes; no podemos escapar. Las tentaciones nos bombardean y, lamentablemente, muchos cristianos se han doblegado ante la presión.
Nos hemos convertido en algo parecido a la iglesia comprometida que encontramos en la Biblia llamada Corinto. Nuestra cultura se ha vuelto igual que entonces, cuando la gente cometía todo tipo de pecados sexuales. Encuentros de una noche, chicos manteniendo sexo con chicos, y chicas con chicas, lo que sea que estuviera sucediendo. ¡Los hombres incluso cometían incesto con la madre de sus esposas! Era horrible. Trágicamente, nuestro mundo hoy es similar.
Hoy, los chicos cristianos han sucumbido a la tentación y han renunciado a su pureza por unos momentos de placer. Conseguir lo que queremos, cuando lo queremos cómo lo queremos se ha convertido en nuestra prioridad, pero ha tenido un gran coste. Hemos sacrificado nuestra santidad, nuestra disciplina y nuestra obediencia. Nuestros amigos nos miran, ven que los cristianos no somos distintos a ellos, y desestiman el mensaje de un Dios que cambia vidas.
Pero, ¿por qué importa? ¿Por qué no podemos actuar simplemente como todos los demás? Importa porque ceder a la tentación sexual es, de lejos, el mayor obstáculo para la piedad entre los hombres hoy en día, y está causando estragos en la vida de muchos. La piedad y el pecado sexual son mutuamente excluyentes, como un desierto y un oso polar o un pez fuera del agua; sencillamente no puede suceder. Y si estás bajo el yugo del sexo y de la sensualidad, nunca alcanzarás la piedad. Si queremos «disciplinarnos
[a nosotros mismos] con el propósito de la piedad», debemos comenzar por la disciplina de la pureza. ¡Debe haber algo de calor y de sudor sagrados!

La voluntad de Dios: la pureza

Algunos cristianos creen que la pureza no es importante, siempre y cuando ames a la persona con la que te estás acostando, o siempre y cuando seas cuidadoso.

Lecciones de un rey caído

¿Dónde debemos recurrir en busca de ayuda? El ejemplo más instructivo en toda la Palabra de Dios es la experiencia del rey David, tal como se relata en 2 Samuel 11.

Vida en la cima
Cuando comienza el relato, David está en la cima de su brillante carrera, tan arriba como cualquier hombre en la historia bíblica. Desde la infancia, había sido un amante apasionado de Dios y poseía una inmensa integridad de alma. El profeta Samuel declaró que «la gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón » (1 S. 16:7). Dios vio el corazón de David y le gustó lo que vio. Su corazón encerraba profundas convicciones y una valentía suprema, como demostró en todo el episodio con Goliat cuando
se lanzó de cabeza contra el gigante y le atinó justo entre los ojos (1 S. 17:45–49).
David tenía una personalidad extrovertida que rebosaba de alegría, entusiasmo y confianza, y desbordaba carisma. Los hombres lo seguían. Era el gran poeta de Israel, tan en sintonía con Dios y consigo mismo que sus salmos siguen conmoviendo hoy a los hombres. Bajo su liderazgo, todo Israel había estado unido. David apenas parecía un candidato para el desastre moral. Pero el rey era vulnerable, ya que había defectos definidos en su conducta que lo dejaban expuesto a la tragedia.

Desensibilización
En 2 Samuel 5, donde se registra el ascenso de David como jefe principal de Jerusalén, menciona casi de pasada que «David tomó más concubinas y esposas de Jerusalén» (v. 13). Debemos comprender que el acto de David de tomar esposas adicionales fue pecado, y una violación directa de los mandamientos divinos para los reyes hebreos (Deuteronomio 17). Y además, multiplicar el número de sus esposas empezó a insensibilizarlo a su propio descenso de la santidad.
En resumen, aun siendo legal en la cultura cortesana de Oriente Medio y no considerarse adulterio entre los reyes del Este, que David reuniera un harén era pecado. Las indulgencias sensuales de David lo adormecieron al llamado sagrado de Dios en su vida, y también ante el peligro y las consecuencias de caer. Que David abrazara las sensualidades socialmente permitidas (múltiples esposas) lo insensibilizó al llamado de Dios y lo convirtió en una presa fácil para el pecado fatal de su vida.

Chicos, y en especial vosotros, los más jóvenes, son precisamente las sensualidades «legales», las indulgencias aceptables de la cultura, las que los llevarán a la perdición.

La disciplina de la pureza

Como jóvenes cristianos, es esencial que vivamos vidas puras y piadosas, incluso cuando nuestros amigos en la escuela y la universidad no lo hagan. Debemos vivir por encima de las estadísticas alarmantes, o la iglesia se volverá cada vez más irrelevante e impotente, y nuestros hijos la abandonarán. La iglesia no puede tener poder aparte de la pureza. Esto exige que vivamos el mandato de Pablo: «Esfuérzate en ser piadoso»; ¡sudor sagrado!
Igual que convertirse en una estrella deportiva o en un gran músico, la pureza no se produce de manera simple. Desafortunadamente, no hay un «interruptor de pureza» que podamos encender y ¡voilà! ¡Somos puros! Ser puros, huir de los deseos pecaminosos de nuestros corazones, requiere trabajo duro y disciplina, y solo puede lograrse en la fuerza de Dios. Entonces, ¿Qué puedes hacer para ayudarte a ti mismo? Aquí tienes algunos consejos, pero ten en cuenta que aquí es donde comienza realmente el trabajo arduo. Así que, ¡esperamos que estés listo!


Disciplinas de un joven piadoso | Kent & Carey Hughes

Directo al grano, este es un libro contundente y sin tapujos para hombres jóvenes. Al plantear el desafío de ser disciplinado, piadoso y entregado a Jesús, los autores hablan sobre la pureza en la vida de pensamiento, la presión cultural y la perseverancia como cristiano. Deja que Kent y Carey Hughes, padre e hijo, te ayuden a vivir una vida de integridad y a convertirte en el hombre que Dios te llama a ser.