Los principios y los valores no se enseñan en el tablero o escuchando extensas jornadas a personas que hablan de quién y porqué los inventaron. Los niños aprenden a través de lo que ven, escuchan y por supuesto copian de sus padres, cuidadores y maestros de manera práctica y divertida. Los niños aprenden mientras los adultos dan las gracias, abrazan, piden el favor, ayudan a los demás, ceden el puesto, renuncian a algo, defienden a alguien.
La vida personal se encuentra entrelazada en el amor, la instrucción, el entendimiento, la obediencia y la honra a las leyes y estatutos dictados por Dios, estos principios nos enseñan el mejor modo de vivir y nos indican como obtener sus bendiciones.
Reconocemos en la palabra los principios como verdades que sirven de base para saber cómo actuar en diferentes situaciones, los diez mandamientos, son principios escritos por Dios y nos benefician en todo sentido, en la vida familiar, emocional, laboral y social; el primero de ellos refleja el propósito de nuestra existencia, amar a Dios y servirle sinceramente. En consecuencia podemos afirmar que los principios son reglas que dirigen nuestra conducta y están presentes en la personalidad, la familia y la cultura humana, estos son inmutables y no se negocian; algunos principios fundamentales son el amor, la obediencia y la honra.
Por su parte, los valores deben ser entendidos como códigos que orientan nuestro comportamiento en función de realizarnos como personas, estas creencias residen en la voluntad, las intenciones y los propósitos, se eligen de forma consciente y nos ayudan a ser personas buenas y felices; por tanto, si usted ama, también respeta, es fiel, responsable, puntual, agradecido, servicial y paciente. Sumado a estas normas y códigos existe una fuerza que le da estabilidad al valor y hace que se prolongue en el tiempo estas son las virtudes la perseverancia, la humildad, la prudencia, la honestidad.
La formación temprana en principios y valores definirá la personalidad, el carácter y la identidad, en este momento el mundo de los niños comienza a ampliarse y es conveniente que adquieran buenas conductas y hábitos que los ayuden a mantener relaciones sociales adecuadas.
Recordemos que todos estamos llamados a ser ejemplo de amor, perdón, tolerancia, armonía, paz, empezando en nuestros propios hogares, de esta manera se edifica la sociedad. Vale la pena que las familias recuerden los límites y los derechos que sus hijos tienen en la vida, Dios nos recuerda cada día que es un Padre que nos ama y nos enseña a través de la obediencia y la disciplina.
Presentar esta guía demanda un compromiso personal que fluye a partir de su rol como hijo, padre, maestro, consejero y amigo, cumplimos diversas funciones en la familia y la sociedad, es un deber moral desarrollar relaciones saludables y ser buen ejemplo para las nuevas generaciones; vivimos una crisis de valores, no sabemos cómo cambiaron las cosas y muchos dicen: “todo tiempo pasado fue mejor”, esto no debe ser una excusa, pues no volveremos atrás, tenemos que avanzar, educamos y criamos niños para el futuro, “no hijos que piensen solo en ellos, en lo que los lleve al éxito”, nuestra tarea es procurar la formación integral de niños y niñas.
Margarita Ximena Troncoso Suárez. Fonoaudióloga. Magister en Educación. Investigación en procesos de desarrollo cognitivo, creatividad y aprendizaje de sistemas educativos. Twitter: @palabrasarcoiris