La rendición de cuentas

¿Qué estás viendo en Internet? ¿Y cómo te va con la lucha contra la masturbación?
Un lugar importante para comenzar con tu entrenamiento es la disciplina de la rendición de cuentas con un hermano en Cristo en quien confíes, y que te haga regularmente las preguntas difíciles sobre tu pureza y tu vida moral. Sí, nos referimos a las preguntas realmente difíciles como: ¿Qué estás viendo en Internet? ¿Y cómo te va con la lucha contra la masturbación? No estamos sugiriendo un Gran Hermano o FBI espiritual que esté ahí para atraparte o hacerte tropezar, sino otro hermano piadoso que se preocupa por tu alma y quiere que crezcas en santidad.
Sugerimos que sería ideal que fuera un hermano mayor y maduro, que pueda entender tu sensualidad de dentro hacia afuera: un hombre piadoso que tenga la experiencia y la sabiduría para lidiar de manera exitosa con estas luchas. También debe ser alguien con quien puedas ser completamente sincero, a quien puedas confesar tentaciones y atracciones sin sentir vergüenza, teniendo el conocimiento profundo de su cuidado y compromiso con tu bienestar espiritual. La rendición de cuentas necesita tres cosas: confianza total, sinceridad total y amor total.
Oh, sí, una cosa más: la consecuencia real. La rendición de cuentas que fomente el cambio en nuestras vidas aumentará su efecto deseado cuando esté vinculada con una consecuencia real. Si el único resultado de una relación de rendición de cuentas es la vergüenza de tener que informar a tu amigo de confianza por enésima vez de que «volviste a fallar», perderá su efecto. Carey cuenta esta historia de sus días de universidad. Un par de sus amigos cristianos decidieron mantenerse mutuamente responsables en relación con sus luchas individuales con la masturbación (a la que llamaban «pescar» para proteger su confidencialidad). Se preguntaban a diario: «¿Has pescado recientemente?». Si uno respondía «sí», el otro respondería algo como: «Bueno, voy a orar por ti» o «Deja de hacerlo». Con el tiempo, estas respuestas perdieron el efecto esperado. Finalmente, los dos jóvenes se dieron cuenta de que necesitaban alguna consecuencia para sus fallos. Así que acordaron que si uno confesaba la masturbación, saltaría una comida y oraría al respecto durante su ayuno. Esto acarreó un nuevo nivel de determinación y disciplina (a los chicos les gusta comer). Así que, al establecer una consecuencia simple (pero real) para sus fallos, cada uno comenzó a experimentar una victoria sistemática, aunque aún hubo algunos almuerzos perdidos.

Se realista sobre tu sexualidad. No te engañes a tí mismos con tonterías
ridículas sobre ser un cristiano lleno del Espíritu que «nunca
haría tal cosa».
La oración
Junto con esto viene la disciplina de la oración (más sobre esto en el capítulo 8). Ora cada día y de manera específica por tu propia pureza. Me asombra que tan pocos hombres que se preocupan por su vida dediquen algún tiempo en realidad a orar por esto. Enumera las oraciones de tus amigos y ruega por otros a este respecto. No esperes que te lo pidan. Ora por la pureza de tus amigos también. ¡Ellos lo necesitan tanto como tú!
La memorización
A continuación, llénate de la Palabra de Dios a través de la disciplina de la memorización. Esto es quizás algo que hacías, de niño, en la escuela dominical, pero tristemente lo has descuidado. Jesús es el ejemplo por excelencia en rechazar las tentaciones de Satanás con cuatro citas precisas de las Escrituras del Antiguo Testamento (Mt. 4:1-11). El salmista declaró: «¿Cómo puede el joven mantener limpio su camino? Viviendo conforme a tu palabra » (119:9). Y «En mi corazón atesoro tus dichos para no pecar contra ti» (119:11).
La mente La disciplina de la mente es, por supuesto, el mayor de los desafíos (y lo explicaremos más a fondo en los capítulos 5 y 6). La Biblia presenta su disciplina con regularidad como una disciplina de los ojos. Hombres, es imposible que mantengan una mente pura si son «teleadictos», si son televidentes asiduos, si navegan por Internet y hojean revistas. En una semana verán más asesinatos, adulterios y perversiones de las que nuestros abuelos leyeron en toda su vida. En lugar de llenar su mente con basura, deben llenarla con lo bueno, con la Palabra de Dios. Aquí es donde se requiere la acción más radical. Jesús avisó: «Y si tu ojo te hace pecar, sácatelo. Más te vale entrar tuerto en el reino de Dios que ser arrojado con los dos ojos al infierno» (Mr. 9:47). ¡Ningún hombre que permita que películas y juegos con clasificación R o revistas de pornografía «suave» llene su mente a través de la vista escapará de la sensualidad! Está jugando con fuego y se quemará.
Amigos míos, pongámonos serios: si navegar en busca de pornografía o coquetear en salas de chat es una tentación para ustedes, elimínenlo. Desháganse de su Internet o al menos instalen un programa de responsabilidad en él. (Incluso si es un consumidor de recursos, vale la pena.) Si están viendo películas obscenas tarde en la noche en la televisión, tiren su televisor a la basura. Es mejor vivir sin televisión que dejar que el pecado domine su vida.
Job, un hombre en la Biblia que seguía a Dios, declaró algo que es de gran ayuda hoy: «Yo había convenido con mis ojos no mirar con lujuria a ninguna mujer joven» (Job 31:1). ¿Cómo crees que viviría Job en nuestra cultura de hoy? Él entendió la sabiduría de Proverbios: «¿Puede alguien echarse brasas en el pecho sin quemarse la ropa?» (Pr. 6:27). Hombres, el pacto de Job prohíbe una segunda mirada. Significa tratar a todas las mujeres con dignidad, mirándolas con respeto. Si su vestido distrae tu atención, ¡mírala a los ojos y a ningún otro sitio, y quítate de en medio tan rápido como puedas!
La mente también incluye la lengua. Trataremos esto más ampliamente en el capítulo 9. Pero también debe señalarse aquí: debemos ser despiadados. Como indica Pablo: «Entre ustedes ni siquiera debe mencionarse la inmoralidad sexual, ni ninguna clase de impureza, ni de avaricia, porque esto no es propio del pueblo santo de Dios. Tampoco debe haber obscenidades, ni conversaciones necias, ni chistes groseros, que están fuera de lugar; sino más bien, acciones de gracias» (Ef. 5:3–4). No debe haber humor
sexual, vulgaridades ingeniosas ni groserías, como tantos jóvenes tienden a permitirse para mostrar que están en onda y no están «fuera de lugar».
Los límites
¡Caballeros, pongan límites disciplinados en su vida! Como regla general, no se vuelvan verbalmente íntimos con las mujeres. No abran su corazón a una conocida ni le cuenten sus problemas. Aunque podamos querer aprovechar un oído atento, esto es algo demasiado íntimo y peligroso. Ustedes pueden sentirse bien, y ellas pueden entenderlos mejor que sus demás amigos varones, pero las chicas pueden malinterpretarlo con frecuencia. Su apertura puede llevarlas a pensar que hay algo más que amistad entre ustedes.
La intimidad es una gran necesidad en la vida de la mayoría de las personas, y hablar con chicas sobre asuntos profundamente personales, en especial sobre los problemas, puede satisfacer una necesidad de intimidad y despertar un deseo de mucho más. A nivel práctico, no toques. En vez de pensar hasta dónde puedo llegar, piensa lo lejos que puedo estar. Esto no es lo que la mayoría de los chicos de tu calle recomendarían, pero es lo mejor. No trates a las chicas con el afecto casual que extiendes a las mujeres de tu familia. Incluso puedes tener que correr el riesgo de ser considerado «frío» o «distante» por algunas mujeres, pero hazlo porque vale la pena.
No pases tiempo a solas en privado con una chica. Esto puede ser incómodo o parecer extraño en la cultura de hoy, pero si alguien lo cuestiona, te dará la oportunidad de explicar tu razonamiento, lo que, más a menudo de lo que se piensa, generará respeto en lugar de rechazo. Nunca flirtees, ni siquiera en broma. El coqueteo es halagador. Puedes pensar que estás siendo adorable, pero puede ser un estímulo y despertar deseos peligrosos.

Disciplinas de un joven piadoso | Kent & Carey Hughes
Directo al grano, este es un libro contundente y sin tapujos para hombres jóvenes. Al plantear el desafío de ser disciplinado, piadoso y entregado a Jesús, los autores hablan sobre la pureza en la vida de pensamiento, la presión cultural y la perseverancia como cristiano. Deja que Kent y Carey Hughes, padre e hijo, te ayuden a vivir una vida de integridad y a convertirte en el hombre que Dios te llama a ser.