El mundo digital y nuestros hijos

Cuando pensamos en nuestra infancia, recordamos tardes enteras jugando en la calle, leyendo un libro o inventando juegos con amigos. Hoy, la realidad de nuestros hijos es completamente distinta. Su “patio de juegos” está en línea, sus amistades se mantienen a través de chats y redes sociales, y gran parte de su entretenimiento ocurre en una pantalla que cabe en la palma de la mano.

En el capítulo 1 de Padres, hijos y las pantallas, Jonathan McKee nos invita a detenernos y reconocer que la infancia y adolescencia de nuestros hijos no se parecen en nada a la nuestra. Si queremos acompañarlos, necesitamos primero comprender el mundo digital en el que crecen.


Una generación conectada

McKee señala que esta es la primera generación que no conoce la vida sin internet. Para ellos, no existe la diferencia entre “mundo real” y “mundo virtual”. Su identidad se construye tanto en la escuela como en Instagram, tanto en la mesa familiar como en los videojuegos en línea.

La tecnología no es solo una herramienta; es parte integral de su vida social. Ahí celebran cumpleaños, comparten logros, buscan aprobación e incluso aprenden lo que significa “pertenecer” a un grupo.

Esto nos plantea un gran reto: si los padres ignoramos el mundo digital, corremos el riesgo de desconectarnos del corazón de nuestros hijos.


Más allá de la alarma y la crítica

Es común que los padres reaccionemos con miedo:

  • “Las redes sociales son peligrosas”.
  • “Los videojuegos son una pérdida de tiempo”.
  • “El celular les roba la vida”.

Si bien estas preocupaciones no son infundadas, McKee advierte que quedarnos en la crítica no ayuda. Los hijos necesitan padres que entiendan su mundo, no que lo desprecien. De lo contrario, se sentirán juzgados y buscarán refugio en quienes sí los escuchan: sus amigos en línea, influencers o comunidades digitales que muchas veces transmiten valores contrarios a los que queremos formar en casa.


Entender para guiar

El primer paso para guiar a nuestros hijos es acercarnos a su mundo con curiosidad en lugar de miedo. Eso significa:

  • Preguntarles qué aplicaciones usan y por qué.
  • Sentarnos con ellos a ver un video o jugar un videojuego.
  • Mostrar interés genuino en lo que comparten en redes sociales.

Cuando hacemos esto, no solo aprendemos sobre tecnología, sino que también creamos puentes de comunicación. Y esos puentes son esenciales para cuando llegue el momento de hablar de límites, riesgos y valores.

Padres Hijos y las Pantallas.

Padres, hijos y las pantallas es una guía para padres que proporciona respuestas a preguntas esenciales y temas clave para ayudarles a establecer límites en el uso de los dispositivos para sus hijos.


Oportunidades y riesgos

McKee no niega que el mundo digital está lleno de peligros: desde la adicción a las pantallas hasta la exposición a contenidos dañinos. Sin embargo, también reconoce que la tecnología ofrece oportunidades valiosas:

  • Los jóvenes pueden desarrollar creatividad a través de la música, el diseño o la edición de videos.
  • Pueden aprender sobre casi cualquier tema con solo unos clics.
  • Pueden mantenerse conectados con familiares y amigos, incluso a la distancia.

El reto está en enseñarles a usar esas oportunidades sin caer en los excesos. Y para eso necesitan padres que estén presentes, atentos y dispuestos a caminar junto a ellos.


El llamado para los padres

Este primer capítulo es una invitación a cambiar de enfoque: en lugar de ver las pantallas como el enemigo, debemos verlas como un escenario en el que se juega la vida de nuestros hijos. No podemos abandonar ese terreno; necesitamos entrar en él con sabiduría.

Esto no significa que tengamos que ser expertos en tecnología, pero sí implica estar dispuestos a aprender y, sobre todo, a escuchar. La verdadera pregunta no es si nuestros hijos usan pantallas (porque lo harán), sino cómo podemos acompañarlos para que ese uso los forme y no los deforme.


Una mirada esperanzadora

Quizá al leer esto te sientas abrumado. Tal vez pienses: “¡Es demasiado! Yo no entiendo ni la mitad de lo que hacen mis hijos con el celular”. Y está bien. McKee nos recuerda que no se trata de ser perfectos, sino de estar presentes.

Los hijos no necesitan un padre que lo sepa todo de tecnología, sino un padre que los ame, los escuche y los guíe. Al final, lo que más marcará su vida no es la cantidad de aplicaciones que existan, sino la calidad de la relación que tengan con nosotros.


¿Has intentado entrar en el mundo digital de tus hijos? ¿Qué descubriste cuando lo hiciste?