Ahí el Señor se detuvo para ver su cuerpo muerto. Para que pudiera dividira que ella monstruosidad y hacer con ella obras de arte. La partió en dos partes como un molusco; la notad de ella la puso arriba y la llamó cielo.
Por décadas los estudiosos han observado ligeras seme zanjas entre el mito babilónico y el relato de Génesis. Algunos creen que esas historias tienen un origen común y algo en común.
Sin embargo, Henry Frankfort observa que las hipótesis paganas fundamentales acerca del mundo eran «de hecho aceptadas universalmente por los pueblos del antiguo Oriente con la única excepción de los hebreos» (Before philosophy [Antes de la filosofía], Penguim Books).
En realidad, hay muchas diferencias fundamentales entre conceptos antiguos respecto a la creación y el relato bíblico, que insiste en que se entienda a Dios como el que creó el universo físico de la nada, que sigue siendo distinto de él y que Génesis difícilmente podrá explicarse por simple herencia cultural. La enseñanza bíblica acerca de Dios y de la creación sólo puede explicarse por el hecho de que es Dios mismo quien habla en las Escrituras. Dios intervino en la noción distorsionada que la humanidad caída tiene de este mundo y respecto a sí misma para mostrarnos una visión totalmente nueva de la realidad.
Aun hoy el hombre insiste en excluir a Dios del proceso, inventando explicaciones y visualizando otro rostro en el espejo de la creación. Esas tentativas no son más que nítida reversión a los mitos babilónicos. Mientras los antiguos veían el universo físico como restos mortales de los dioses, ¡el hombre moderno trata de demostrar que la vida surgió de materia muerta e inerte!
¿Cómo habría ocurrido? De alguna forma, la vida se produjo en los grandes e insípidos océanos. A través de los tiempos, la vida se volvió más compleja. Una sola célula se multiplicó y posteriormente asumió forma de ojo, pulmón, cerebro, sangre y hueso. Nadie da importancia al hecho de que los biólogos «no conocen otra forma que no sea la mutación accidental para el surgimiento de nuevas variaciones hereditarias» (C. H. Waddington, The nature of life [La naturaleza de la vida], Athenium).
Otro factor pasado por alto es la existencia de «un frágil equilibrio entre el organismo y su medio ambiente, que la mutación puede fácilmente perturbar» tanto como «alguien pudiera esperar que el cambio casual del pedal del freno por el pedal del acelerador pudiera mejorar el funcionamiento de un automóvil” (Frederick S. Hulse, The human species[ El género humano], Random House).
Hoy, como en el mundo antiguo, sigue habiendo la necesidad de encontrar una explicación para el ser humano y para el universo, pero que deje a Dios afuera. No obstante, tanto la razón como la revelación dan testimonio a favor de Dios. Vivimos en el universo de Dios. Al enseñar ese maravilloso pasaje bíblico, tengamos la actitud del salmista, que reconoció a Dios y lo adoró y alabó por la obra maravillosa de la creación.
- Conexión con la vida: Jóvenes/Adultos ¿Qué diferencia hay si el universo tuvo su origen en Dios o si fue la materia muerta la fuente de nuestra existencia? Tome papel y lápiz y anote las dos listas de palabras que hay a continuación: 1) frío, muerto, sin vida, sin cuidado y 2) caliente, con vida, con amor, vivo. Trate de imaginar que usted y su grupo están viviendo en el mundo descrito por la primera lista.
¿Cómo se sentirían en cuanto a sí mismos, a los demás, al futuro y a las cosas más importantes? Después imagínense en el universo caracterizado por la segunda lista.¿Cómo se sentirían en cuanto a sí mismos, a los demás, al futuro y a las cosas más importantes? Comparen las conclusiones. ¡Cuán maravilloso es que Dios nos haya revelado la verdadera naturaleza de su universo para que tuviéramos consuelyo esperanza! El Dios del universo
Ya las primeras palabras de Génesis 1 transmiten conceptos de gran alcance y profundo efecto.
«En el principio». Los griegos tenían una cosmología de ciclos interminables. Pensaban que el universo había nacido del fuego, enfriándose posteriormente para formar el mundo que conocían. Sin embargo, estaba destinado después a ser quemado de nuevo para entonces repetir el ciclo de forma interminable cada diez mil años.
** Extraido del Comentario Bíblico del Maestro – PATMOS – Biblioteca del EDUCADOR CRISTIANO