“Acababa de mirar las exhibiciones —dice una maestra de secundaria—. En la tienda del museo, me llamaron la atención algunos rompecabezas distintos. Uno era un tangram chino de madera, un cuadrado recortado en siete piezas geométricas. Esas piezas podían ser organizadas de distintas maneras para formar moldes y figuras simbólicas. A algunos de mis alumnos les interesa la arquitectura, y pensé que les gustaría usar piezas de tangram para ilustrar algunos conceptos en una futura lección. Tracé el diseño y lo he utilizado desde entonces. A menudo ando buscando ideas que pueden ser útiles en la enseñanza, aún cuando no estoy pensando en la preparación de una lección.”
Jesús era esa clase de maestro. Cuando vio a un sembrador, contó una historia que ilustraba las diferentes maneras que las personas responden a su mensaje. Él podía combinar los diferentes patrones de su vida para que contribuyeran a su enseñanza.
Para nosotros eso es muy difícil. No es fácil tomar una idea de la experiencia de nuestra vida e insertarla en la enseñanza. No obstante, esa combinación hará mucho más creativa nuestra enseñanza.
Además, para ser maestros creativos, tenemos que tener la mente abierta a las cosas que no identificamos de inmediato. Los moldes antiguos parecen mucho más exactos. Sin embargo, tal vez no lo sean; pueden sólo más familiares.
En una convención de la escuela dominical dicté el mismo taller sobre pantomimas cuatro veces. A la vez se daban cinco otros talleres, de modo que los maestros podían elegir durante el día los cuatro talleres que más les interesaran. Mi primer taller fue muy exitoso. Los maestros desarrollaron pantomimas con varias ideas que yo había copiado en una hoja y les había dado. Ellos idearon pantomimas simbólicas para ilustrar la salvación. Al terminó de esta hora de clase ellos se dieron un aplauso y agradecieron por la clase. El segundo taller no resultó tan bueno. El tercer taller fue aburrido. A la hora del cuarto taller los maestros ya no tenían temas favoritos en que deseaban perfeccionar sus habilidades. Unos cuantos vinieron a mi cuarta presentación por no caminar hasta el otro lado del edificio de educación cristiana para asistir a uno de los otros talleres. Algunos asistieron para convencerse aún más que no se debería dar clases de pantomimas en una convención de la escuela dominical: “No estoy convencido de que debe haber drama en la iglesia. ¿Hubiera Pablo usado el drama?” “Francamente, estaba seguro de que no funcionaría, y tenía razón.” “Tal vez sea algo apropiado para pequeñuelos, pero hacer pantomimas con los adultos es una pérdida de tiempo.”
Cuanto más desconocido sea el patrón, tanto más sospechoso nos parece, y como no estamos acostumbrados a seguir algo nuevo, lo más probable es que jamás lo usemos exitosamente. Es importante que veamos las nuevas ideas recordando que nuestra desconfianza es normal y saludable, pero no necesariamente justificada.
Por el otro lado, en un esfuerzo de ser diferentes o creativos, a veces aceptamos una idea demasiado pronto. Estamos cansados, o tal vez sea tarde la noche del sábado y estamos desesperados. Ningún método de enseñanza debe ser usado simplemente para llenar espacio. La idea tiene que ser examinada en vista de nuestro objetivo para la hora de clase. ¿Qué queremos hacer en esta lección? ¿Cómo será Dios glorificado mediante la participación de los alumnos en este proceso? ¿Se aprovecha bien el tiempo?
En su libro Lateral Thinking [Pensamiento Lateral], Edward deBono desafía a los lectores a ser más creativos en su modo de pensar. Por lo general, pensamos en pasos predecibles, siguiendo una ruta familiar.
Planeamos la lección de esta semana como la lección de la semana pasada, pero un poco mejor. Queremos que cada semana la experiencia de enseñanza y aprendizaje sea mejor que la anterior. DeBono le da a esto el nombre de pensamiento vertical. Es un proceso tradicional al que estamos acostumbrados, y es muy importante.
Extraido – Métodos Creativos de Enseñanza – Marlene Le Fever