La necesidad de cimientos para la enseñanza cristiana

¿ Cuál es la esencia de la educación verdaderamente cristiana?

La educación debería hacernos vivir con brío, con entusiasmo, con exuberancia. Pero tanto que se hace
pasar por educación quita la maravilla de la vida, y nos pone en peligro de muerte de cosas nombradas y clasificadas. Tanto que se hace pasar por educación es sólo el humo de un fuego fútil que no ha hecho nada más que consumir la vida. La razón es que tantas cosas que pasan por educación carecen del
elemento más importante.
El materialismo se dirige al sensacionalismo, a la palabrería, a la actitud de “estar harto”. Hace que la vida sea dura, monótona, e infructífera. Pero la debida educación, la que se centra en conceptos espirituales que dan cabida a Dios, nos llama de las apatías que adormecen y matan el alma. Por lo tanto, la religión es el elemento vital en una educación a toda órbita. Abre nuevas sendas hacia la educación. Agrega un sentido de responsabilidad a la libertad académica. Da un espíritu de reverencia a la búsqueda de la verdad. Establece un centro de autoridad moral en la vida de las personas. Ofrece un sentido de valores y glorifica las rutinas monótonas. ¡Trae satisfacción a la vida con paz dinámica!
Obtenga toda la educación que pueda. Domine cuanto sea posible de los campos del conocimiento intensivo y extensivo; pero en medio de todo, obtenga sabiduría. Recuerde siempre que el temor al Señor es el principio de la sabiduría.
Conozca la historia, y experimente la historia de la redención.
Estudie geografía, y aprenda el camino al río de agua de vida y a la ciudad cuyo constructor y hacedor es Dios.

  • Estudie geología, y plante sus pies en la Roca de los siglos.
  • Estudie zoología, e inclínese reverentemente ante la majestuosidad del León de la tribu de Judá.
  • Estudie biología, y empiece ahora la vida eterna.
  • Estudie botánica, y entregue su alma a la dulce influencia de la rosa de Sarón y el lirio de los valles.
  • Estudie astronomía, y siga el brillo de la estrella resplandeciente de la mañana que se ha alzado con sanidad en sus rayos.
  • Estudie psicología, y siéntese a los pies del que sabía lo que hay en el hombre.
  • Estudie leyes, y encienda su antorcha en la llama que ardió en el Monte de Sinaí.
  • Estudie medicina y manténgase en línea con el Gran Médico.
  • Estudie administración de empresas, y sea ferviente en espíritu, sirviendo al Señor.
  • Estudie arte, y practique el arte del buen vivir.
  • Estudie filosofía, y recuerde siempre que la más alta filosofía es la fórmula de una vida perfecta.

La educación debería hacernos vivir con brío, con entusiasmo, con exuberancia. La enseñanza de nuestras escuelas bíblicas evangélicas, ¿emana brío, entusiasmo, y exuberancia? ¿Vibra y late con vida nuestra enseñanza evangélica? ¿Está el Señor Jesucristo, quien es la vida, la única fuente de vida, tan cerca y real en nuestra enseñanza que vemos vidas transformadas cada semana? ¿Consideramos la enseñanza como una gran aventura con el Maestro por Excelencia? ¿Retamos a nuestros más prometedores jóvenes a
hacer de la enseñanza un fino arte porque han experimentado la emoción de trabajar con el Señor mismo?
La enseñanza cristiana opera al nivel de la vida. Cualquier otra cosa menos es sub cristiana. La vida cristiana, la plenitud de vida, la vida abundante, envuelve al hombre completo y tiene implicaciones para la totalidad de la vida tanto aquí y ahora como por la eternidad.
¿Cómo dejan nuestros jóvenes sus salones de clase de la escuela dominical los domingos? ¿Con una chispa de nueva visión y comprensión en los ojos? ¿Con fuerte determinación de practicar la voluntad de Dios? ¿Con la frente en alto, listos a enfrentar a un mundo incrédulo con el poder del Espíritu? ¿Con profundas preguntas acerca de Dios mismo? Con mucha frecuencia están contentos de abandonar una sesión apagada y aburrida.


Educación que es cristiana

Los educadores cristianos necesitan un renovado sentido de esperanzas. En el confuso mundo de hoy, los padres necesitan aliento para criar a sus hijos en la disciplina y la amonestación del Señor.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *